Dificultades al inicio de la lactancia materna


Podríamos definir una lactancia materna exitosa como aquella en la que el bebé obtiene toda la leche que necesita para alimentarse y la madre no nota ninguna molestia al dar el pecho.

1- Las crisis de lactancia

La duración media de la lactancia materna en nuestro país (España), en madres que salen amamantando de la maternidad, es de 7 semanas. Curiosamente los picos de abandono de la lactancia se dan a las 6 semanas y a los 3 meses. Y el motivo alegado por la mayor parte de las madres que abandonan la lactancia es la falta de leche: piensan que el bebé se queda con hambre e inician (mal aconsejadas habitualmente por parte del personal sanitario) la lactancia mixta, introduciendo biberones de ayuda.

¿Por qué a las 6 semanas y a los 3 meses muchas madres dan en pensar que sus bebés se quedan con hambre y que su leche ya no es suficiente?

Los bebés, en periodos en los que se produce un aumento importante de su crecimiento, necesitan que la producción de leche de su madre aumente. Instintivamente, saben que el modo de aumentar la producción, no es alargar las tomas, sino aumentar la frecuencia de las mismas, aunque estas sean de menor duración. Por eso, muchas veces piden pecho, pero se muestran irritables, dan dos chupadas, lo sueltan, a la media hora piden otra vez, y así sucesivamente. Esto suele durar dos días o tres. Y en esas horas, el pecho aumenta su producción de modo que el niño solo, recupera la pauta previa a esta crisis.

Este hecho suele coincidir con periodos en los que, en virtud de la adaptación de la producción a la demanda, la madre ya no nota los pechos tensos, sino más blandos. lo que tiende a reforzar en su mente el mensaje «no tengo leche, el bebé se queda con hambre».

Cuando la madre le da un biberón, engaña al instinto del bebé (vaya, parece que ya logré que haya más leche) y por tanto rompe el ciclo de la demanda-oferta, impidiendo que la producción de leche de la madre alcance ya nunca las necesidades del bebé. De todos modos, es posible volver a la lactancia materna exclusiva, simplemente haciendo caso de la demanda del bebé. Es decir, en lugar de ofrecer un biberón, lo ideal es tenerlo al pecho tanto tiempo como el bebé demande por muy desesperante que parezca. Y en uno o dos días, se resuelve de modo espontáneo.

Estos llamados periodos de crisis de lactancia o baches de lactancia o de crecimiento, suceden a las 3 semanas, a las 6 semanas, a los 3 meses y a los 6 meses.

Como madre que ha pasado por ello: incluso teniendo presente que esto podía suceder, cuando mi hija mayor cumplió 6 semanas fue necesario que un día al volver de trabajar, mi marido me encontrara llorando a lágrima viva porque no había podido soltar a la niña del pecho en toda la noche y toda la mañana. Volvimos a mirar el tema, y me di cuenta de que estábamos en esta situación.

La AEPED en sus recomendaciones para la lactancia materna, recoge lo siguiente sobre los baches o crisis de lactancia:

21.-los baches de lactancia, la «crisis de los 3 meses»

Es cierto que los bebés de vez en cuando, a intervalos más o menos aproximados, a las 3 semanas, al mes y medio, a los 3 meses, tienen unos días «raros», en que están algo más inquietos, lloran más, duermen peor, se agarran al pecho y de repente estiran, lo sueltan, lloran, no duermen… Posiblemente esto tenga relación con la maduración de su cerebro.

En general, se habla de la crisis de los 3 meses describiéndola como un momento en el que:

– El bebé reclama mamar más a menudo (lo que la madre interpreta como que tiene hambre)
– La madre no nota el pecho tan lleno (lo que interpreta como que ella no tiene leche suficiente)

El resultado es que en ese momento es muy fácil que se empiecen a dar biberones, lo cual no es la solución adecuada.

Pero en realidad lo que ocurre es que…

– El bebé reclama más a menudo porque está creciendo (por eso se llaman también «baches o crisis de crecimiento») y esto hace que su apetito aumente.
– La madre no tiene los pechos tan llenos porque a esa edad la producción de leche de la madre se ha adaptado ya a las necesidades del bebé, ya no gotea, ni se tienen los pechos tan llenos, ni se nota tanto la subida de leche… Además, el lactante vacía el pecho con más eficacia, tarda menos tiempo y hace más rápida la toma.

De modo que lo adecuado es intentar adaptarse al bebé. A lo mejor sólo necesita que lo tomen más tiempo en brazos, pero si pide más pecho porque necesita comer más, la solución es ponerlo más al pecho para que aumente la producción. Si en lugar de pecho le damos un biberón, esto no hará que aumente la leche y normalmente empeorará las cosas.

2- Las grietas en el pecho

La aparición de grietas en el pecho de la madre se debe siempre a un defecto en la forma en la que el bebé mama. En muy raras ocasiones esto sucede por un problema medico del bebé (por ejemplo la presencia de un frenillo lingual tan hipertrófico que impide que la lengua pase por encima de la encía inferior). En la inmensa mayoría de los casos esto sucede por una mala posición del niño cuando se dispone a mamar.

Una mala posición del bebé mamando o un deficiente acoplamiento de la boca al pecho, además de producir dolor, molestias o grietas en el pecho de la madre, hace que en muchas ocasiones, el bebé no sea capaz de obtener toda la leche que necesita. Por esto suele coincidir además con que el bebé reclama el pecho con más frecuencia y durante más tiempo, lo cual aumenta más aún las molestias de la madre, y es causa frecuente de abandono de la lactancia.

Es importante en este sentido tener en cuenta que es muy difícil colocar bien al pecho a un bebé llorando. El llanto es un signo tardío de hambre, y por tanto no se debe esperar a que el niño llore para ofrecerle el pecho. Para que el acoplamiento boca-pecho sea funcional (es decir, para que el bebé sea capaz de extraer la leche que necesita):

1- El bebé tiene que mamar de frente: es decir, la cara debe estar situada frente al pecho sin necesidad de girarse para alcanzarlo.

2- Deben estar abiertos tanto el labio superior como el inferior, para permitir que el pezón y la mayor parte de la areola se coloquen dentro de la boca del bebé. Los labios forman un cinturón muscular, que produce masaje en los conductos galactóforos todo alrededor de la areola.

3- La lengua del bebé debe estar proyectada por encima de la encía mandibular. De este modo, la lengua y no la encía es la que presiona sobre la areola para exprimir los conductos. Si es la encía la que está en contacto con la areola, lo que hace el bebé es «morder» de modo que dificulta la salida de leche, en lugar de exprimir. Y el efecto que hace la lengua también permite que la leche llegue hasta el fondo de la boca para ser deglutida.

4- El pezón no debe quedar en la parte anterior de la boca, entre las encías. Debe situarse al fondo, en el limite del paladar duro y blando, formando globalmente un cono con la areola.

¿Cómo se sabe que el acoplamiento de la boca y el pecho es correcto? si es correcto, las mejillas del bebé deben hincharse. Además, los labios inferior y superior quedan vueltos hacia fuera. Y la nariz y la barbilla del lactante están en contacto con el seno. El labio inferior suele abarcar más tejido mamario que el superior, es normal. Es posible ver la lengua asomar en la comisura de los labios. Y al succionar, se produce un movimiento de toda la mandíbula, que se refleja en que se puede ver como se mueve el lóbulo de la oreja (ya que justo delante esta la articulación de la mandíbula), y las sienes (músculos mandibulares). Se debe sentir que el bebé deglute, es normal incluso puede ser audible en ocasiones. Y sobre todo en ningún caso se nota dolor o molestia.

En cuanto a la postura de la madre y el hijo debe ser la siguiente:

Es el niño el que debe acercarse al pecho, de modo que la madre no necesita adelantarse ni curvan la espalda para que el bebé tenga acceso. El cuerpo del bebé tiene que estar muy próximo al de la madre, y vuelto completamente hacia a ella: vientre con vientre. La espalda del bebé debe estar recta, es decir, los hombros y las caderas deben estar paralelos entre si, y la cabeza debe estar perpendicular a este eje: es decir, completamente de frente. El pezón debe quedar a la altura de la nariz del bebé, de modo que este tenga que abrir fuerte la boca para alcanzarlo, y el pezón situado así quedará en la parte superior de la boca, cerca del paladar. Esto asegura que el acoplamiento sea bueno. Se debe sostener al bebé con la cabeza y espalda sobre el antebrazo de la madre. y a la altura suficiente como para que el pezón este a la altura de su nariz. Para esto suele ser muy útil usar un cojín o almohada para apoyar tanto al bebé como el brazo de la madre, y evitar la necesidad de inclinarse sobre el. El pecho se debe sujetar por su base, pegado a las costillas y por abajo, sin presionar el pecho con los dedos de la madre.

Es muy importante que si se nota que el bebé no está bien acoplado al pecho o la lactancia resulta dolorosa, se interrumpa el vacío. No se debe extraer el pecho de la boca del bebé sin romper antes la succión, colocando un dedo meñique en la comisura de la boca del bebé. Esto rompe el vacío y permite sacar el pecho sin dolor y sin aumentar la molestia.

Si la toma ha sido correcta, el pezón debe salir de la boca redondeado u ovalado, pero no aplastado. Lo habitual al principio es notar que el otro pecho también gotea y que se producen contracciones uterinas.

 

Bibliografía

Monografía para profesionales sobre lactancia materna

http://www.aeped.es/monografias/pdf/monografia_5_lactancia_materna.pdf

Factores relacionados con la lactancia materna

http://www.dinarte.es/pap/num16/pdf/nucleo02.pdf

Crisis de crecimiento http://www.lactando.org/infolac/crisis.html

La experiencia de las madres

Mis dos lactancias, los comienzos

Por Cani

 

Aunque con mi segundo hijo no llevo ni tres meses de lactancia para mí está siendo todo un reto, porque yo era novata en esto de dar el pecho de forma exclusiva y todo lo que sabía era de forma teórica. De momento lo voy consiguiendo, pero soy consiente de que no va a ser fácil siempre y cada día que pasa para mí es un triunfo.

Todavía recuerdo lo mal que lo hice con Patricia, el biberón desde el primer día por un supuesto bajo peso que no era tanto, que no me dejaron ni intentarlo. Lo horrorosa que era la lactancia mixta, todo el día teta-bibe-limpia-esteriliza-teta otra vez. Tan engorroso era que decidí intentar quitar los bibes. Y lo conseguí, no recuerdo exactamente pero desde los 15 días o así hasta el mes y medio fui quitando bibes de forma que solo quedó el bibe de la noche. Para mí fue una liberación, pero duró poco porque a los tres meses justos comenzé a trabajar y vuelta a los bibes. Por supuesto eso hizo que mi lactancia tuviera fecha de caducidad, duró solo 6 meses, bueno 5 porque el sexto solo daba una toma diaria por la noche. Esta forma de lactar hizo que no supiera lo que era pasar los comienzos ni tampoco las crisis de lactancia, ya que cuando veía que Patricia no engordaba bastante o parecía hambrienta le suplementaba con bibe y asunto solucionado, así que me convirtió en una completa inexperta en estos asuntos, a pesar de haber lactado casi medio año.

Recientemente he sido madre por segunda vez, como la sombra de mi primera lactancia la tenía muy adentro me preparé mucho, me sabía toda la teoría necesaria y aún así fui a un cursillo y me preparé aún más. Cuando por fin nació Daniel tenía mucha teoría y también muchos miedos. Pero tuve suerte. Aunque era muy dormilón y lo pasé algo mal intentando despertarle para que comiera lo cierto es que cuando se cogía la técnica era muy buena y no me sacó ni grietas ni nada parecido. Lo tenía todo el día conmigo en la cama, nada de cuna, estuviera despierto o dormido, y al menor movimiento le ponía la teta. Cuando llevaba demasiadas horas dormido intentaba estimularle, una enfermera me dio un consejo estupendo, tocarle un poco las ingles para de forma suave y sin enfadarle estimularle y que comiera más. Y así conseguí pasar los primeros tres días habiendo perdido sólo 200 grs (algo menos del 7% del peso, ya que pesó 3 kgs). Estaba muy contenta, pero lo más difícil estaba (y está) todavía por llegar. En casa tuve mucha ayuda, mi marido se encargaba de todo, hasta me dejaba dormir hasta las 11 de la mañana y yo estaba todo el día con Daniel en la teta, como comía poco rato porque se dormía si veía que no había «vaciado» el pecho la siguiente toma le volvía a ofrecer el mismo, hasta que notaba que ya había llegado a la parte grasa (se veía la leche más blanca y espesa). También pedimos que no hubiera visitas y esto nos vino muy bien. A los 15 días ya había superado el peso de nacimiento y pesaba 3.200, pero sobre esta fecha (dos-tres semanas) hubo unos días en que parecía no tener suficiente, estaba en mi primera crisis de lactancia. La verdad fue cansada pero la superé fácil, simplemente cuando pedía le ofrecía el pecho, y si parecía enfadado porque no había ya más le ofrecía el otro, y así una y otra vez hasta que de repente notaba el hormigueo y ahí estaba, una nueva «subida» de leche, y mi niño por fin contento. Pensé que ojalá fuera siempre así de fácil, pero no, no lo era. Cuando Daniel pasó el mes de edad comenzó a «despertar» y a ser más señorito, ahora se despista fácilmente, ya no le gusta mamar mientras yo como o veo el ordenador, tiene que ser en la silla bien sentados, y tampoco le gusta si hay mucho jaleo (su hermana, una biblioteca llena de gente…), además se juntó con los cólicos y mis miedos a no tener leche volvieron. Por fortuna parece que el niño se va engordando muy bien así que tuve que desechar estos miedos y simplemente afrontar que la lactancia no es algo tan sencillo y que Daniel tiene su propia personalidad y sus propios gustos, y bueno, de momento aunque más de una vez me tengo que encerrar en una habitación los dos solos para que coma pues la cosa se va superando. ¿La siguiente crisis? Realmente no sé si he pasado la del mes y medio, porque se juntó todo lo que he contado y no sé si se mostraba tan «raro» por la crisis o porque se está «espabilando» pero me da igual, veo que aunque no es tan fácil pues tampoco es tan difícil, y lo cierto es que ahora tiene cosas mejores, como que coma en 10 minutos e incluso a veces sólo de un pecho. Y espero que aunque vengan tiempos peores y la super-temida crisis de los tres meses también entonces él será más experto, y yo también, y además sé que seguiré teniendo buenas formas de informarme y muchos sitios donde pedir ayuda, los grupos de lactancia, y sobre todo todas mis buenas amigas de la red, que me ayudarán en esta nueva aventura en la que me he embarcado.

Hasta entonces, hoy es un día más, y dentro de nada tendré mis dos primeros meses de lactancia exclusiva, que para muchas no es nada, pero para mí sí lo es, es mi pequeño triunfo y la forma de dar a Daniel lo que no pude dar a Patricia.

 

Mis dos lactancias, los comienzos

Por Sylvia

 

Aún recuerdo cuando estaba embarazada de Carles y me preguntaban si iba a darle el pecho o iba a optar por el bibe la respuesta tan contundente que daba: «Yo le voy a dar el pecho, me consta que es lo mejor y yo, quiero lo mejor para mi hijo». Sabía que era lo mejor y con este único conocimiento del tema me enfrenté a la LM de mi primer hijo.

Estaba convencida que el dar el pecho era algo innato, ya que somos mamíferos, y nunca me planteé que debía informarme sobre ello, leer y hacer cursos de lactancia antes de parir, qué ingenua llegué a ser. Sólo sabía lo poco que te pueden enseñar en las clases de preparación al parto, es decir, nada de nada, porque allí lo más que te dicen es que cualquier duda le preguntes a la comadrona o a la enfermera de turno que te toque.

Aún recuerdo la sensación de vacío de recién parida, se lo llevaron de mi lado, y tardé casi una hora en volverlo a tener conmigo, hora que se me hizo eterna y aún me recuerdo pensando en aquel quirófano, mientras me cosían la episotomía que dar el pecho no debía de ser tan difícil pues era lo natural, y lo mejor.

Cuando por fin pude coger a ese pedacito de mi con calma, le miré, empecé a temblar y empezaron a invadirme miles de preguntas acerca de la LM, ¿Cómo lo hago? ¿Cómo se pone el bebé? ¿Tiene hambre? ¿Cómo me pongo? ¿Cuál es la mejor postura? Llamé a la enfermera que había de guardia y en cuanto la vi entrar supe que iba a tener la misma idea de lactancias que yo de submarinos, pero claro, era mi única ayuda. Recuerdo cómo cogió a mi hijo, cómo me dijo que me sacara la teta y cómo me lo puso a mamar, todo esto de muy malas maneras y sin tener ni pajotera idea de nada. No tuvo paciencia, no me explicó que hay varias posturas, no me dijo que el bebé tiene que coger todo el pezón, no me dijo que la LM no tiene horarios… Vaya que ese mismo día empezó mi calvario con la LM de mi primer hijo.

Aún recuerdo la salida del hospital con ese sentimiento de culpa porque no alimentas a tu hijo, ya que mi pobre bebé perdió casi el 10 % del peso de nacimiento en menos de tres días.

Recuerdo perfectamente el primer pediatra que visité, y lo recuerdo con horror. Salí llorando de la consulta, y diciéndome lo mala madre que era por consentir que mi pobre hijo en 7 días de vida no hubiera ganado su peso de nacimiento, y salí convencida de que debía empezar, muy a mi pesar, con los bibes, porque mi leche no alimentaba a mi hijo. No sé si existe el destino, la casualidad, o simplemente existe un Dios que supo ver la desesperación de unos padres primerizos y puso en ese momento en nuestro camino a una mujer que nos abrió los ojos y que nos ayudó muchísimo. Esta mujer es la farmacéutica de mi barrio, a la que acudimos a comprar los bibes, tetinas, LA y demás. Nos asesoró, nos dio teléfonos de asociaciones pro-LM y sobre todo nos aconsejó y tranquilizó.

No puedo decir que acabaron nuestras penas, porque la verdad, es que sólo habían empezado. Mi hijo ya me había hecho dos grietas en el pezón izquierdo por las malas posturas, grietas que no sanaron nunca, y que me provocaron diversas mastitis. De hecho el último médico que me vio de urgencias me preguntó que si mi hijo había nacido con dientes, porque la grieta era tan grande que parecía un mordisco, y me aconsejó, que dejara la LM por mi salud, dado que en el último mes era la cuarta mastitis que tenía. Fui a varias asociaciones, incluso me visitó de urgencias Luis Ruiz en el Hospital de Nens de Barcelona, y siempre era lo mismo, cuando estaba con ellos mi hijo se ponía bien, mamaba bien, y se cogía bien al pecho, de hecho hasta casi no tenía dolor cuando mamaba, pero cuando me quedaba sola, me entraba el pánico, y no conseguía ponerle bien al pecho, el dolor llegaba a ser insoportable (parece que me estoy viendo mordiendo un palo cada vez que el peque tenía que ponerse al pecho).

Mi ginecólogo me dijo que si no quería dejar la LM, lo que podía hacer era durante unos días y para que el pecho sanara, sacarme la leche y dársela con jeringa o con un bibe, que si no, aquella grieta no sanaría nunca, y las mastitis continuarían. Así lo hice, empecé sólo sacándome la leche del pecho izquierdo, y poniéndomelo en el pecho derecho. Cuando intenté ponerle de nuevo en el pecho izquierdo, el dolor continuaba siendo insoportable, y encima, en el pecho derecho se me estaba haciendo otra grieta. Así que, opté por la solución más cómoda para mi, sacarme cada toma la LM de los dos pechos y dársela con bibe, porque eso sí, si algo soy y seré es cabezona, y lo que tenía claro era que mi hijo iba a tomar LM aunque no fuera directamente de la teta de su madre. Así estuve casi 8 meses, sacándome la leche de cada toma para dársela en bibe.

Cuando me quedé embarazada de Sara, mi gran temor era la LM. Estaba convencida de que no iba a volver a pasar lo que pasé con Carles, de hecho mi marido siempre me dijo, si no puede ser no pasa nada, no te obsesiones. Fui a diversos cursos de LM, leí como loca todo lo que caía en mis manos de LM y sobre todo, conocí a un grupo de amigas que supieron escucharme y supieron ayudarme muchísimo. Cuando Sara nació, nada más nacer no dejé que se la llevaran, me la pusieron en mi regazo, y ella sola fue al pecho. Sólo el comienzo de mi LM con mi segunda hija no tuvo nada que ver con los principios de la LM de mi primer hijo.

Sara salió del hospital ganando peso, nunca he usado pezoneras, nunca he tenido ninguna grieta, ninguna mastitis, he dado LM sin horarios, en cualquier sitio, de cualquier postura, y es hoy en día, y con 19 meses, mi hija sigue tomando teta.

De lo único que me arrepiento es de lo ingenua que llegué a ser con Carles, y que mi pobre hijo pagó el pato de mi inexperiencia y de mi poco conocimiento, aunque sé que le di LM durante casi 8 meses, siempre me quedará esa sensación agridulce.

 

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