Con el trabajo fuera de casa, se entiende
Por razones de mi estatus profesional, no me pude permitir una baja de más de 6 semanas en ninguna de mis dos maternidades. Afortunadamente mi marido sí pudo disfrutar el resto de las semanas (hasta 16) y así pudimos atender los primeros 4 meses a los retoños.
Como muchas embarazadas, sobre todo las que cuentan con una información adecuada, siempre tuve claro que amamantaría a mis hijos. Pero desde el principio supe que no sería fácil. Trabajo fuera del sitio en el que vivo, lo que me supone hora y media de ida y otro tanto de vuelta a diario. Así como trabajo en jornada continua. En total unas 11 horas diarias fuera de casa. Seis semanas de lactancia parecía semejante a nada, desde mi punto de vista. Y eso que en aquel momento mi objetivo era lactar los 4 meses que la mayor parte de las mujeres pueden cumplir gracias a la baja maternal. Así pues busqué toda la bibliografía que pude encontrar sobre extracción de leche materna, cómo conservarla, y me hice mis propios planes. Todo ello con la ayuda y el apoyo de mi marido.
De este modo aprendí todo lo que se puede saber en teoría sobre sacaleches, neveras portátiles y tiempos de congelación y descongelación.
Tan exagerado fue mi afán que me llevé el sacaleches al hospital directamente. Allí las matronas me dijeron que esperara unos días hasta que la lactancia estuviera establecida. Efectivamente unos días después fue más fácil. Cada vez que le daba el pecho a la niña usaba también el sacaleches en el otro pecho. Con un sacaleches eléctrico esto es relativamente fácil. Pero pronto el exceso de uso hizo que el motor del sacaleches fracasara. Me lo cambiaron pensando (yo también) que era defecto de fabricación. Pero no. El siguiente también fracasó. Así que me hice con un sacaleches manual de Avent. Este me ha acompañado sin desfallecer durante todo lo que restaba de lactancia de Sandra y toda la larga lactancia de Carlos.
Planificarlo desde el primer momento me permitió contar con una reserva de casi 4 litros de leche congelada en botes de 50, 75 y 100 cc. para cuando empecé a trabajar. Todos ellos fechados y con la cantidad de contenido escrita antes de congelar (puesto que si no aumenta de volumen).
Ya incorporada a mi vida laboral, me organicé de la siguiente forma:
1 – Lo último que hacía antes de salir de casa y lo primero al llegar era darle pecho a los niños. Avisaba antes de salir del trabajo para que no le dieran nada al menos una hora antes de llegar yo.
2 – En el trabajo me hacia una extracción cada 3 horas aproximadamente (aprovechaba la media hora del café, la hora de comer, y al terminar la jornada.Y también en cada hueco que me quedaba libre.
3 – En cada toma de las que hacían por el día, y sobre todo en esa primera toma a la tarde justo después de volver yo, me sacaba leche del pecho del que no estaban mamando. No me resulto demasiado engorroso, pronto aprendí a manejar al bebe con una mano y el sacaleches con la otra.
4 – La leche que me extraía un día se dejaba en la nevera para el día siguiente. Como habitualmente no cubrían las necesidades, lo que faltaba se descongelaba de la reserva.
5 – Llevábamos una contabilidad exacta de cuánta leche usábamos cada día de la reserva.
6 – Los fines de semana también me sacaba leche en todas las tomas. Esta leche se congelaba y pasaba a reponer las reservas usadas durante la semana. También se contabilizaban estos «ingresos». De este modo muchas semanas incluso el balance era positivo.
Con Sandra tuve la mala suerte de que un accidente de tráfico ocurrido a los 4 meses, alteró completamente los horarios de mi trabajo y tuve que pasar a depender del transporte público. Y además el susto o el estrés subsiguiente redujeron notablemente la cantidad de leche que yo producía. Esto hizo que tuviera que reducir el tiempo dedicado a extraerme leche en el trabajo. Por este motivo las reservas se redujeran rápidamente. Y nos vimos obligados a echar mano de la lactancia artificial cuando tenía ella cinco meses y medio. El miedo a una mastitis, la ignorancia del hecho de que la producción puede adaptarse a la demanda y, porque no decirlo, la sensación de triunfo por haber logrado el objetivo inicial, que era lactar por 4 meses, me hizo bajar la guardia y rendirme. A los 5 meses y medio Sandra estaba destetada.
Cuando me embaracé de Carlos aún seguí estudiando el tema. Y aprendí varias cosas.
1 – Que la introducción de alguna toma de alimentos diferentes de la leche puede ayudar a prolongar la lactancia cuando la madre trabaja fuera de casa. Esto luego no me sirvió para mucho, ya que Carlos no quiso nada distinto de la leche hasta los 7 meses. Pero puede ser de utilidad en otros casos.
2 – Que el pecho se adapta a la demanda para mucho (incrementando la producción cuando se demanda mas) y para poco (reduciendo la producción en las horas en las que no se vacía.
3 – Que reducciones puntuales de la producción, como la que puede ocurrir por estrés o por un susto, se pueden remontar aumentando la cantidad de veces que se ofrece el pecho al niño.
Esencialmente hice lo mismo que con Sandra. Pero saber que incluso si yo dejaba de sacarme leche en el trabajo seguiría teniendo leche en las horas en las que estuviera con el niño, me permitió relajarme. A pesar de todo continué sacándome leche en el trabajo hasta los 10 meses. A partir de esa edad, solamente hacia ya las tomas de las horas en que yo estaba en casa. Y Carlos continuó lactando hasta los 16 meses.
No ha sido un camino de rosas. Ha sido largo y a veces agotador. Y no pocas veces te entran ganas de tirar la toalla. Pero teniendo claro unas poquititas cosas se puede llevar adelante una lactancia mientras la madre quiera. En resumen las cosas que hay que tener claras son:
1 – Que es sin duda el mejor regalo que les podemos hacer a nuestros hijos.
2 – Que es necesario informarse, estudiar y sobre todo, tener planificado cómo vamos a compatibilizar el trabajo con la lactancia cuanto más pronto mejor.
3 – Que la labor del cuidador sustituto es básica. Es muy importante que sea un cuidador consciente de lo que cuesta cada biberón de esa leche. Que no descongele tomas que podían haberse evitado, que entretenga al niño para no darle leche justo antes de llegar uno del trabajo… debe ser una labor de equipo.
4 – Que no hay una sola receta. Esta es mi experiencia, pero cada uno tiene que buscar el esquema que le funcione en su propio caso. Seguro que hay alguno